sábado, 20 de junio de 2009

Sinrazón

¿Qué noticias frescas traerán los aires nórdicos del mar de Bering?
¿Qué encantos y desencantos anunciará tu carta?
¿Con qué quejumbres me saldrá tu caligrafía?
¿Cuál es el motivo de tu presencia?
¿A dónde quieres llegar con tus palabras?

¿Cuánto cuestan tus besos?
¿Cómo canjeo un abrazo?
¿De dónde saco caricias?
¿Qué me hace extrañarte tanto?

¿Seremos acaso dos locos que no sufren de locura?
¿O acaso dos exploradores sin montañas?
¿Dos músicos sin instrumentos?
¿Dos viajeros sin equipaje?
¿Dos pintores sin lienzo?
¿Dos maestros sin escuela?
¿Dos médicos sin pacientes?
¿Dos empresarios sin capital?
¿Dos padres sin hijos?
¿Dos ONGs sin pobreza mundial?
¿Dos superhéroes sin enemigos?
¿Dos soldados sin armamento?
¿Dos marineros sin barco?
¿Dos sacerdotes sin religión?
¿Dos mares que no tienen sal?
¿Dos postres que ya no están dulces?
¿Dos payasos sin circo?
O acaso ¿seremos el ventrículo derecho e izquierdo de un corazón que murió desangrado?





Carlos Lanfranco Teullet

martes, 16 de junio de 2009

Los Años Mios



A los doce ya sabía que los trineos no volaban, que el único gordito y barbudo que existía era mi papá.

Que el único que mordía los tapabarros de mi bicicleta era Happy, mi perro, y que no existía más árbol que el álamo en la esquina del parque de frente a mi casa.

A los trece ya ladraba el perro con voz de hambriento, lloraba el niño de la criada en la hacienda de Pocollay y alguien ya se cagaba en el puto Zarzalejo mientras dos trenes huían del Termini y tres buitres salían trotando de Atocha con rumbo a Sanz.

Los catorce ya los sentía volar y a mi piano Roger & Campbell le llovían ideas sueltas cuando a la hija de mi vecina se le ocurría pasar por una copa de absenta a la hora de mi desayuno.

Los quince cayeron por deuda con el viaje a un paraíso perdido en el sur de la virgen América para conocer otro mundo paralelo en donde hablan las calles de amor y ternura y de odio y tristeza.
Salían al centro vigías agitando banderas de sabrá Dios qué gentes perdidas que marchaban en fila para honrar a su patria de la forma más ruda y estúpida de rendirle homenaje a una musa irreal.

Los dieciséis me han tomado por sorpresa sentado en el asiento trasero del Mark II de mi papá. Y a mi vida le empiezo a sentir el sabor amargo que tienen los besos cuando los das por compromiso.

Diecisiete aun no tengo pero ya están por llegar, mas sólo espero que no me tomen por sorpresa cuando a la hija de mi vecina se le ocurra pasar no sólo por una copa de ajenjo a la hora en que me den ganas de amar.



Carlos Lanfranco Teullet